
Por Osbaldo Salvador Ang.- El episodio -porque ni a pleito llega, mucho menos batalla- con El Guasón Villegas (o Luisito el pendejito) me recuerda una anécdota del escritor Jorge Ibarguengoitia.
Si uno se mete a un zipizape con alguien como el aturdido Magistrado, estará en un dilema.
Porque, por un lado, si le gano, dirán que soy un abusón y, si pierdo, murmurarán que soy un pendejo.
No es necesario relatar la anécdota de Ibarbuengoitia porque la paráfrasis retrata perfectamente la idea.
Lo que si puedo decir, sin ser Francisco de Quevedo, el ilustre poeta español, ni él Luis de Góngora y Argote, su enemigo, y sin pretender construir un soneto, es lo siguiente.
Si a Luis Villegas le quitaran la tapa del cráneo, hallarían al menos tres kilos y medio de mierda.
Si le abrieran la panza, saldría el putrefacto cuerpo de una vaca como justamente las encuentra uno sobre la carretera cuando mueren por la sequía y no las levantan por el pestilente olor.
Si pasaran el bisturí por su espalda verían kilos de basura como los que se hacinan en el mercadito de la calle Cuarta.
Si le extirparan la lengua verían que en realidad es un largo intestino sin lavar, lleno de heces, como cuando los puestos de tripitas se disponen a preparar los tacos del día.
Si le abrieran las sienes, hallarían decenas de solapas de libros que ni siquiera ha leído para presumir como un auténtico snob lecturas que jamás hará y menos comprenderá.
Si Fedor Dostoievsky reviviera, rescribiría uno de sus libros para intitularlo como El Idiota y Luis.
Si le abrieran el culo, hallarían otro culo y si le abrieran el segundo encontrarían otro más y, así, uno tras otro, hasta el infinito.
En cuanto respecta a los ataques ad hominem que utilizó en su última basura letrístrica, le haré saber que no me asustan.
Más bien le recomiendo, como lo cobarde que es, que se reúna más seguido -porque de ahí es- con su alma gemela, La Corraleja sin moraleja, y con el anciano Jaime García Chávez.
Los tres son de la misma calaña y cojean de la misma pata.
Son megalómanos, mitómanos, traicioneros, ingratos, desleales y cobardes como pocos puedan serlo.
Ya les hablaré cuando me encuentre hospitalizado en Houston, Texas, después de este penoso incidente..