Ya ni la chinga el Alcalde de Delicias, Jesús Valenciano, que se la pasa chingando con puras chingaderas. No entiende que hay un chingo de gente que nada más está viendo como chingar al amigo y al enemigo con un chingo de ataques. Aunque es chingaquedito, el Alcalde de Delicias sabe que para ser un chingonazo hay que saber ser chingonsote. No nada más se trata de mandar a chingar a su madre al que está enfrente, sino también chingotear al que se lo merece. Porque para ponerle una chinguita al que chinga todo el día no hay más chingón que el que conoce esas chingoterias. Porque para ser un chingón o una chingona se necesita hacer un chingo de chingaderas sin que puedan chingárselo.