


Ciudad Juárez.— A sus apenas 12 años, Mía Fernanda Guzmán García ya ha recorrido más mundo que muchos adultos.
Ha representado a México en el Campeonato Mundial de Ajedrez Sub-20 en la Ciudad de México y en el Mundial de Cadetes en Egipto.
Ha subido al podio como multimedallista nacional en los Juegos Conade.
Y aún así, lo que más sorprende de Mía no son sus medallas, sino la serenidad con la que habla de cada uno de sus logros, con una madurez que nace de la disciplina, pero también de la gratitud.
“Cada vez que juego ajedrez o compito en taekwondo, entrego todo mi corazón”, dice Mía con una sonrisa que no es ingenua, sino decidida.
A su corta edad, sabe lo que cuesta llegar lejos. Y lo ha hecho, sin dejar de ser una excelente estudiante que recién culminó su sexto grado con un alto promedio que supera el 9.0
Mía reparte sus días entre libros, piezas de ajedrez y entrenamientos de taekwondo.
Su mamá le ayuda a ordenar aus horarios y agenda, se levanta temprano, va a la escuela, hace la tarea y se organiza para entrenar ambas disciplinas con rigor.
Los fines de semana no hay descanso: participa en torneos locales, estatales, nacionales o internacionales.
“Con toda y lo que es su apretada agenta, Mía ae organiza muy bien para darse el tiempo de divertirse en cosas propias de su edad.
“Si hay momentos en que tengo que dejar algo que me gusta para seguir practicando, pero vale la pena”.
A veces los resultados no llegan pronto, pero con paciencia todo se logra”, explica.
Habla con la precisión de una jugadora de ajedrez que ha aprendido a esperar el momento perfecto para mover sus piezas.
Podría parecer extraño que una niña combine deportes tan diferentes como el ajedrez y el taekwondo. Pero para Mía, ambos son necesarios.
“El ajedrez me enseña a pensar antes de actuar. El taekwondo me enseña a confiar en mí misma y a reaccionar rápido. Los dos me ayudan a conocerme mejor y a tener más control sobre lo que siento”, afirma.
Más que medallas, lo que Mía valora de cada competencia es lo que aprende.
La presión de una final nacional, el cansancio de un combate, las lágrimas tras una partida perdida…
Detrás de cada logro de Mía hay una madre que la acompaña, la motiva y celebra cada paso.
“Mi mamá siempre está ahí, apoyándome, incluso cuando las cosas no salen bien. Me dice que lo importante es que lo intenté con el corazón”, dice emocionada.
El apoyo familiar es un tema central en su vida. Mía sabe que no todos los niños tienen esa oportunidad, por eso también lanza un mensaje a los padres:
“Escuchen a sus hijos, vean lo que los emociona, acompáñenlos. Aunque no entiendan mucho del deporte o de lo que hacemos, estar presentes cambia todo”.
Jesús Pacheco, delegado del Instituto Chihuahuense del Deporte en la Zona Norte, también reconoce el valor de acompañarla en este camino.
“Para el Gobierno del Estado representa un gran honor seguir apoyando a Mía para que logre asistir a las competencias. Sabemos que tiene un talento único, pero también un compromiso impresionante con su desarrollo”, señala.
A pesar de los triunfos, Mía tiene claro que su futuro no solo está en el deporte.
Sueña con convertirse en Médico Pediatra, y aunque eso parezca alejado del ajedrez o del taekwondo, ella ve una conexión.
“Me gusta ayudar a los demás. Y creo que si sigo esforzándome, puedo hacer muchas cosas. El ajedrez y el taekwondo me han enseñado a no rendirme”, asegura.
Mía también disfruta de pequeños placeres en su tiempo libre: leer, pasar tiempo con su familia, ver películas, y a veces simplemente descansar. Porque también sabe que el equilibrio es parte del éxito.
Cuando se le pregunta qué consejo le daría a otros jóvenes, no duda:
“Que no se rindan. Que hagan lo que les apasiona, aunque al principio no vean resultados.
Todo lo que vale la pena lleva tiempo. Y que se rodeen de personas que crean en ellos, porque nadie llega solo”.
Mía Fernanda Guzmán es más que una promesa del deporte o una estudiante brillante.
Es un de esperanza para muchos.
Mía no piensa en el próximo trofeo. Piensa en hacerlo bien, en dar lo mejor de sí. Y eso, quizás, sea el mayor logro de todos.